¿QUÉ PUEDE HACER LA DANZA POR MIS HIJOS? CAP. 2 HABILIDADES SOCIALES

HABILIDADES SOCIALES

Sabemos que la interacción social productiva, la capacidad de comunicarse con efectividad, de generar sinergias, cooperaciones y formar equipos, son algunas de las habilidades que más se van a demandar en el futuro.
¿Podemos potenciar esas habilidades en nuestros hijos? Sin duda, sí.
Es cierto que las cualidades innatas de cada niño van a condicionar la rapidez o la dificultad que tenga cada pequeño en la adquisición o fortalecimiento de esas habilidades.

El ser humano es un ser social; desde la prehistoria hemos vivido en clanes o en sociedades más o menos extensas. Para sobrevivir el ser humano debía confiar en el grupo. No somos el animal con los dientes más grandes, ni las uñas más fuertes, ni corremos a gran velocidad; somos torpes, blanditos y sabrosos...pero tenemos una gran ventaja...sabemos cooperar a gran escala.

En la Prehistoria, la capacidad de cooperar era una ventaja a la hora de la supervivencia; hoy en día esta capacidad no deja de ser de altísima importancia.

¿Cómo puede la danza desarrollar estas habilidades sociales en mis hijos?
Desde los albores del tiempo los humanos han bailado para expresar emociones de la colectividad; en una unión, en una celebración, para invocar el espíritu del animal totémico; bailar en comunidad es un reconocimiento expreso de la pertenencia al clan. Hoy en día lo hacemos también; visualicemos una cena de empresa de las que vamos a tener en pocos días, ¿Bailaremos? Por supuesto. Porque comer, beber y bailar en comunidad genera lazos intensos en el equipo, lo que convierte a nuestros compañeros en nuestro clan.

La danza requiere de estrategia grupal, coordinación entre compañeros, sincronicidad y apoyo mutuo. Que el desarrollo de la coreografía sea satisfactorio depende de la implicación de todos los miembros del grupo, por eso los niños aprenden a apoyarse unos a otros, a colaborar y a coordinarse de manera inconsciente con el ritmo de la música y la cadencia de cada compañero.
El individuo no se diluye en el grupo, se refuerza en el grupo, porque su energía es esencial, porque en la danza el momento , el instante, en el que hay que realizar un movimiento es muy rápido y todos dependemos de todos para llevar a cabo el objetivo común; en este caso, la coreografía.

La danza libera las emociones, por la música, por el movimiento o por la energía, no importa el porqué pero así es. La danza nos enseña a valorar las emociones del compañero y a empatizar con ellas, a aportarle energía si la necesita o a relajarle con una sonrisa. Nuestro sentido de tribu nos anima a colaborar emocionalmente por el bien del grupo. Cuanta mayor sea nuestra inteligencia emocional aplicada a las relaciones sociales, más preparados estaremos para liderar equipos y gestionar eficientemente nuestros recursos. Eso es lo que sin duda facilitará la vida a nuestros hijos.

Serán seres conscientes de su importancia, cooperativos, solidarios, empáticos, firmes y seguros de sí mismos. El futuro así nos lo exige: la sociedad será colaborativa, no competitiva, la autenticidad será un valor y la alegría, otro.
La danza permitirá a nuestros hijos aprender a relacionarse en grupo, en equipo y de manera individual con mentalidad cooperativa y a expresarse libremente como parte imprescindible de un todo.

Vanessa Rodrigo
Responsable de comunicación D-Danza

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